Hambre

Hambre

Hambre

Día 5
Hoy bajaré a revisar una vez más el inventario. Viernes me mira con curiosidad y luego sigue durmiendo. Ni bien declararon la segunda Pandemia yo supe que iba a ser peor que la anterior. Y así fue. Esta vez estaba confirmado que el virus había sido creado en un laboratorio. ¿De verdad querían que fuera tan letal? Nunca lo sabremos. Tal vez sólo se les fue de las manos. Hoy terminé la última carne que quedaba.
Día 4
De no haber sido precavido no hubiera podido sobrevivir tanto. ¡Y pensar que me llamaban paranoico! Por acumular mercadería y preparar mi refugio. Creo que nadie lo había visto llegar, la primera Pandemia ya casi estaba en el olvido. Cuando apareció el nuevo virus no se esperaba que fuera tan destructivo. El virus se propagaba de muchas maneras, se filtraba por el aire y por la piel y había contaminado las fuentes de agua. La vida en el exterior se había hecho imposible. Mientras yo recordaba todo esto Viernes se acercó y se acostó a mis pies, estos últimos días ha estado algo decaído. Le di algo de leche y el último puñado de arroz.
Día 3
Solo me quedan dos chocolates, una pequeña botella de leche, y dos barras de cereal. Viernes me mira ansioso. Me pregunto si lo sabrá. ¿Presienten los perros? Tal vez sí. Viernes es mucho más que un perro. Ha sido mi familia por años. Aquí todo es silencio. Afuera todo es caos. Los gobiernos han caído, la violencia se adueñó de las calles, de las ciudades, de los continentes. Especialmente cuando el alimento se hizo escaso. Me como una barra de cereal. Y los dos tomamos algo de leche.
Día 2
No se trataba ya de la supervivencia del más apto o él más hábil. El egoísmo convirtió al hombre en lo más vil sobre la tierra. Al final solo se trató de vivir confinados y sobrevivir con lo que se tenía. Y así esperar el final. Cuando se cortaron las comunicaciones todo fue más desesperante.

Sin internet ya era el aislamiento total. Yo había acumulado suficientes provisiones para sobrevivir dos o tres años. Y lo racioné todo de tal manera que fueron cuatro. Pero ya no queda más. Le doy a viernes la última taza de leche. Yo he perdido mucho peso. Me queda solo una barra de cereal. La devoro. Ya no hay nada que hacer.
Día 1
Antes que se cortaran las comunicaciones había rumores. De lo que estaba pasando en confinamiento, cuando el alimento se acababa. Pero eran solo rumores. No había ley ni autoridad que pudiera comprobar los hechos. ¿Qué pasaba dentro de los hogares? ¿Qué decisiones se tomaban? ¿Hasta dónde llegaban algunos para tratar de sobrevivir algunos días más? ¿Qué horrores se producen en situaciones tan límites como el hambre y el encierro? Viernes me mira con ojos cansados. ¿Sabe? Tal vez es mi impresión. Él no ha perdido mucho peso, lo he estado alimentando bien. Pensé que era mejor así. Después de todo es familia. Pero no podremos sobrevivir. No hay esperanza. Le doy agua y allí pongo el sedante. Se quedó dormido pronto. Miro al exterior, los vidrios están tan sucios que es poco lo que se ve. De pronto escucho pasos. ¿Es alucinación o alguien viene? Una mano se mueve por el vidrio de mi ventana tratando de quitar la tierra acumulada. Cuando lo logra veo que es un soldado. ¿Aún quedaban?

Me habla, pero no entiendo, entonces escribe algo sobre un papel y lo coloca frente al vidrio "Encontraron la cura". Dudo, pero me decido. Le abro la puerta exaltado. Entra y lo quiero abrazar. Pero no me da tiempo a mucho me apunta con un arma. El soldado mira alrededor mientras sostiene su arma y entonces sus ojos se dirigen a Viernes. "Dame al perro o te mato ahora mismo". Entonces me siento aliviado porque creí que su presa iba a ser yo, el perro duerme ajeno a todo. Lo miro y le digo que se lo lleve. Se inclinó y fue eso mismo lo que provocó su descuido, igual supongo que nunca percibió mi arma.
Así que él jamás lo vio llegar, y además todo sucedió muy rápido. El disparo me dejó aturdido pero a viernes no lo perturbó porque seguía durmiendo plácidamente. El soldado ignoraba que cuando llegó yo ya había tomado la decisión de acabar con nuestras vidas y por eso tenía el arma conmigo.

Día 0
Viernes se despertó más vivaz que de costumbre. Hasta estuvo jugando por unas horas. ¿Sabrá? ¿Presienten los animales? Lo llamo y viene moviendo la cola. Comemos ambos con mucho apetito. Pienso que si raciono bien podríamos sobrevivir varios días más...tal vez semanas. Y quien sabe... Algo más podría suceder. ¿Habrá muchos más soldados allí afuera? ¡Quién sabe!
Rosi Pellier
ESCRITORA
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